Un estudio de 2016 descubrió que la leche de cucaracha no sólo es sostenible, sino que también es mucho más nutritiva que la leche de vaca. Pero no se trata de cualquier cucaracha: esta leche sólo puede provenir de una especie muy específica que se encuentra en Hawái.
La entomofagia, como se le denomina al consumo de insectos como alimento, no está tan alejada como podría parecer hace unos años. En Europa ya han salido a la venta aperitivos a base de gusanos y grillos especiados y otros productos, pero luego fueron sacados de circulación al existir lagunas en la normativa de la Agencia Europea para la Seguridad Alimentaria (EFSA) sobre insectos producidos para consumo humano. Otros países como México y varios del sudeste asiático llevan siglos consumiendo insectos en sus dietas diarias.
Sin embargo, aún una gran parte de la sociedad ve difícil hacerse a la idea de masticar un saltamontes rebozado, un “chapulín” o degustar una oruga picante. Eso es una cuestión cultural, claramente, ya que esas mismas personas comen moluscos y crustáceos, de aspecto y textura no mucho más agradable.