Benjamin Jensen, hijo de dos veteranos de las Fuerzas Aéreas, heredó de sus padres la pasión por los aviones. Mientras miraba tranquilamente un programa llamado “Why planes disappear“ literalmente “Por qué desaparecen los aviones”, mientras garabateaba en un pedazo de papel, una idea brillante le vino a la mente.
Globos para flotar y transmitir datos de la colisión.
Para él, la solución debe ser simple y efectiva y sobre todo fácil de implementar. Luego imagina todo un sistema para encontrar estos aviones desaparecidos en el mar. Según sus esbozos, bastaría con equipar las máquinas voladoras con enormes globos de color naranja, cada uno de los cuales contiene transmisores que podrían tener un doble uso: flotar en el agua y así permitir que el avión no se hunda por completo, y también ser capaz de comunicar los datos exactos de su ubicación.
El avión podría verse desde el cielo y, gracias a los radares, sería fácilmente rastreable y la ayuda, más rápida. Lo más sorprendente de la historia es que la solución de este pequeño genio fue escuchada por la dirección de una compañía aérea.
Una solución tomada muy en serio
Benjamin decidió enviar su idea por correo al CEO de Delta Airlines, Richard H. Anderson. Anderson incluso le envió una respuesta: “Me aseguraré de compartir tus planes”, le escribió, acompañando su carta con una serie de regalos con el logo de la aerolínea. Un pequeño genio con pasión por los aviones que aparentemente tiene un futuro ya trazado para él.