Durante 2020 de produjeron en el departamento Rosario 214 homicidios, según cifras oficiales del Ministerio de Seguridad provincial.
Los números colocan a 2020 como el cuarto año más violento de la década detrás del trío 2013/2014/2015. El más violento de los últimos cinco años.
Los ejes de los homicidios durante el año giraron en torno a las peleas entre bandas por el control de la calle y la reconfiguración de esos territorios a partir del encarcelamiento o muerte de sus líderes; sumado al crecimiento de la circulación de armas de fuego para matar o herir en las contiendas.
Los ataques a balazos contra frentes de viviendas, negocios o vehículos estacionados se consolidaron este año como mensajes de intimidación pública. Un fenómeno ligado directamente a la puntería: si el balazo pega en la pared es abuso de arma pero si impacta en un humano y lo mata la carátula pasa a ser homicidio.
Un triste ejemplo de esto fue el asesinato de Ticiana Espósito, de 14 años, quien la noche del 14 de septiembre pasado lavaba los platos en su casa de Magallanes al 2700 cuando un proyectil perforó la ventana de la vivienda e impactó en la cabeza de la chica.
Según fuentes tribunalicias, en la primera mitad del año se dieron una decena de balaceras diarias como promedio. Ya en medio del segundo semestre la fiscal regional María Eugenia Iribarren habló de “hasta 20 balaceras por día”.
En los últimos cinco años las cárceles provinciales se han convertido en oficinas del crimen. Verdaderos call centers regenteados por pesos pesados desde sus celdas. Se estima que en más de un 90 por ciento de los casos en los pabellones o en los patios de las prisiones se organizan importantes negocios y se diseñan matanzas.