La predisposición ante ciertas tareas no depende solo de la fuerza de voluntad. También depende del estado de ánimo, de los objetivos y de la relación entre costo y beneficio.
La monotonía y el cansancio aumentan la desmotivación. A esta circunstancia, se le puede sumar una falta de estimulación general que se viene arrastrando desde hace un tiempo. La relación directa entre motivación laboral y desempeño está comprobada. Según estudios de la Universidad de Warwick y del Wall Street Journal con Opener Institute for People, cuando un empleado está satisfecho con su puesto de trabajo es un 12% más productivo, y un 31% más eficiente.
“Puede suceder que por cuestiones internas se pierda cierta motivación frente al trabajo. Para superar esta situación, es clave que si se está realizando una actividad que no nos llena en sí misma, le encontremos el “para qué”, es decir el beneficio. Con este enfoque, seguramente podremos detectar que es un medio que permite sostener otras actividades que sí son gratificantes o bien, es un medio que permite desarrollar nuestra vocación”, indica la psicóloga Andrea Saporiti (M.N. 20.297).
El miedo al fracaso y percibir las tareas como aburridas o difíciles son algunos de los obstáculos principales para atraer las ganas de encarar el día a día. Hay casos en que ni un aumento de sueldo ni más días de vacaciones lo arreglan.
“Hay que repensar el trabajo que uno hace. Salir de lo rutinario, comprender que cada día es diferente aunque hagamos lo mismo”, sugiere la especialista. Contar con un buen ambiente laboral es uno de los factores que más inciden sobre el bienestar. Según una encuesta realizada por la Fundación Empresa y Sociedad a 1245 personas vinculadas al mundo empresarial o a organizaciones sociales, esto es lo que más nos motiva en la vida laboral:
- Trabajar en equipo y en un entorno colaborativo.
- Innovar aportando soluciones creativas.
- Contribuir al bien común desde la empresa.
Plantear nuevos retos profesionales. - Establecer relaciones de calidad con otras personas.
- Aprender algo nuevo cada día.
- Mejorar la situación económica.
- Tener oportunidades de formación y desarrollo.
“Cualquier cosa que estemos haciendo, tiene que ver con el servicio. En este intercambio, hay algo que permite que un otro pueda hacer otra cosa. El poder pensar nuestra labor como parte de una red, en comunidad, es una forma de ayudarnos entre todos”, plantea Saporiti.
No basta con trabajar en equipo, sino que hay que hacerlo en un entorno colaborativo. Esa es una preferencia no sólo de los “millennials”, sino de todas las generaciones que vinieron antes: la X, la Y, los “babyboomers”.
Más allá de lo laboral, es importante tener vías de escape que permitan desconectar después de la jornada laboral. Hacer deporte, compartir momentos con la familia o amigos o tener un hobby son actividades que ayudan a vivir desde un lado más positivo dentro del ambiente de trabajo que, en algunos casos, puede ser asfixiante.