Sí, Trueno recién ahora cumple 19 años, pero, aún así, resumir su carrera y que quede algo medianamente corto es difícil. Casi imposible.
Porque Mateo Palacios, el nombre que figura en su DNI, se metió en el arte más o menos desde que abrió los ojos y vio por primera vez el mundo. La historia se sabe: su papá, Pedro Palacios, un rapper hardcore de la vieja escuela, le inculcó la cultura y su barrio, La Boca, su esencia.
A su pasión por el rap también lo empujó la película protagonizada por Eminem, 8 Mile, y posteriormente las batallas de Red Bull Batalla de los Gallos de España, país vanguardia en lo que a freestyle competitivo se refiere.
Así, a base de entrenamientos con su papá, desembocó en la A Cara de Perro Zoo Junior edición 2016, en la cual, a base de punchlines y técnicas, lograría coronarse campeón pasando por encima de referentes como MP y Ecko.
Después vino su participación en la Vans por los 50 años de la marca, invitado por el mismísimo Dtoke. En esa competencia terminaría quedando cuarto, ganándole al rey del under, Klan en una batalla picantísima. Sin embargo, el éxito en la competencia también trajo un trago amargo: el hate del público.
Acusándolo de que se las escribía, varios fans y youtubers comenzaron a desprestigiar el freestyle de un Trueno de tan solo 14 años. Dicho sea de paso, a sus 12 años ya había competido en Red Bull Batalla de los Gallos, en una regional donde le tocó cruzarse contra Biz, quien hoy es conocido en el mundo del streaming bajo el nombre de Cabech.
A raíz de ese hate saldría el tema “Rain” y la dolorosa frase “Yo sólo quería mostrar lo que hacía, no sabía que había haters / las críticas me llovían no sabía dónde esconderme / me pusieron el papel de villano cuando yo quería ser el héroe”.
En el medio, varias participaciones en El Quinto Escalón, la mítica competencia donde logró marcar terreno con algunas rimas virales como “Trueno sólo hay uno y eso nunca va a cambiar” y ser uno de los cuatro protagonistas de la batalla más vista de la competencia (y también de las batallas más reproducidas de la historia del freestyle en cualquier idioma).
La desmotivación en el freestyle lo llevó a dedicarse a grabar canciones, pero en 2018, con la baja de Sony en la Freestyle Máster Series, Urban Roosters decidió apostar por él y, si bien terminó descendiendo, fue de los que más highlights dejó durante la primera temporada.
El retiro de Wos y de Dani de la liga le dieron una nueva oportunidad. Así, sólo tenía que ganarle a Tuqu para volver a la competencia. Y lo hizo. Renovado, con más poderes y ya encarando como uno de los claros favoritos.
Quizás no a ganar, sino a dejar las mejores impresiones artísticas. Pero, bueno, también se encargó de levantar el cinturón de Red Bull y de ponerse el anillo de FMS, convirtiéndose en el campeón más joven de la primera y en el segundo ganador de la otra.
Después de representar a Argentina en Madrid y en Santiago de Chile, Trueno le dio fin momentáneo a su paso por el freestyle para dedicarse plenamente a la producción de su álbum debut.
Dicho álbum se terminaría llamando igual que el primer track que sacó en 2020 y que iba a avisar que la cosa se venía seria… y atrevida.
“Atrevido” fue el primer tema, el nombre del disco y lo que catapultaría a su filosofía de vida a ser criticado por los músicos de la vieja guardia rockera. “Les guste o no les guste somos el nuevo rock and roll”, fue la frase que enfureció a los primeros, pero emocionó a los jóvenes.
Actualmente, Trueno dedica su vida a la música y no parece que este año vuelva a las competencias. Sin embargo, cualquier cosa puede esperarse de este atrevido de la escena.
Hoy por hoy se encuentra lanzando los videoclips de las canciones de su álbum, los cuales siguen una línea conceptual sumamente auténtica y que propone una seguidilla de producciones entrelazadas una con la otra, usando a la cultura japonesa como puente.
A sus 19 años, Mateo Palacios logró lo que a muchos les costaría el doble y eso no lo puede poner en duda nadie. No sólo es un fenómeno viral, sino que es una olla a presión de talentos que, cada vez que se destapa, deja una marca donde sea que cae.