Reaperturas, pero con juicio, desde hoy en Italia. Bares y restaurantes podrán volver a trabajar hasta las 22 horas pero sólo en las terrazas al aire libre, y habrá de a poco un comienzo nuevo para todas las actividades comerciales y el deporte, así como para los cines, museos y teatros, es decir el mundo de la cultura que más sufrió después de un año inactivo.
Tras meses de restricciones, de arrancar y parar de cara a la segunda y tercera ola de Covid-19, con un promedio de 300 a 500 muertos diarios, Italia espera que las reaperturas sean irreversibles y marquen el comienzo de una vida normal.
“E’ un rischio calcolato”, es un riesgo calculado, explicó Mario Draghi, el primer ministro italiano. Italia trata de volver a una vida casi normal con el 9% de su población (más de cinco millones de personas) completamente vacunadas con la segunda dosis, y medio millón de ciudadanos que muy pronto podrán vacunarse cada día, aunque con posibles disparidades entre regiones.
En Roma, la capital, es el momento del “cappuccio e cornetto”, capuchino y croissant para saborear en el bar la ahora descubierta y parcial libertad. La reapertura del Coliseo es el símbolo de la esperanza. Aunque no es todavía tiempo de festejos: la preocupación por la pandemia sigue como antes en esta nueva primavera italiana.
Sin embargo, estas decisiones han provocado tensiones en el gobierno de unidad liderado por el economista Mario Draghi. El toque de queda a las 22 horas, que podría alargarse durante los meses más calientes de julio y agosto, ha sido una de las medidas que ha generado más discordia.
Draghi, que ha querido respetar el consejo de los expertos y científicos para evitar la movida nocturna y con ello el aumento de los contagios, hospitalizaciones y decesos, ha tenido que soportar las presiones del ultraderechista Matteo Salvini, quien pide sin cesar reabrir a toda costa y cancelar todas las restricciones.
Paralelamente, la tercera mayor economía de la zona euro, que perdió el año pasado un millón de puestos de trabajo y registró una caída del PIB del 8,9%, recibirá fondos para la recuperación económica asignados por la Unión Europea.
Para obtener ese dinero ha tenido que elaborar un plan de gastos detallado. Entre las principales prioridades figuran la renovación de buena parte de sus infraestructuras, la transición ecológica y la digitalización del país.
Draghi deberá impulsar en cinco años un notable crecimiento del PIB y además lidiar con la clase política, que por ahora no resulta unida ante el reto.