Una investigación internacional que considera un escenario de medio año de suspensión de clases presenciales revela que los cierres escolares producidos por la pandemia podrían causar grandes pérdidas de aprendizaje, especialmente en el caso de los estudiantes de los primeros grados. Y sugieren aplicar estrategias específicas para mitigar estas pérdidas, reorientando a largo plazo las currículas para poner foco en los contenidos prioritarios.
En el contexto de la segunda ola de contagios de Covid-19, una de las polémicas más fuerte es la generada por la suspensión de la presencialidad en las aulas. Agrupaciones de padres, sectores políticos enfrentados al gobierno de turno, docentes, educadores, investigadores, todos se involucraron en un tema que afecta a la gran mayoría de las familias, en relación a la educación de los más chicos.
Lo cierto es que luego de transcurrido el histórico ciclo 2020, donde el esfuerzo por mantener el vínculo alumno-docente-escuela no siempre fue exitoso y sumando un primer semestre de 2021 muy complicado también en ese sentido, muy poco se ha avanzado en la posibilidad de proveer conectividad. Hoy la mayoría de los sectores coinciden en la necesidad de volver a clases presenciales por muchos motivos. Entre los más fuertes figuran la necesidad de los niños y jóvenes de sostener los vínculos con sus pares, las pérdidas de aprendizajes y lo que es mucho difícil de revertir, la deserción de los que no pudieron mantener contactos con la escuela y sus docentes.
El Observatorio de Argentinos por la Educación ha presentado un documento con los resultados de una investigación realizada por el programa internacional Research on Improving Systems of Education (RISE), basada en modelizaciones de las consecuencias a largo plazo de los cierres escolares por la pandemia de COVID-19, y considerando diferentes escenarios de intervención para mitigar dichas consecuencias. Cabe consignar que para las estimaciones se utilizaron los resultados de la evaluación PISA para el Desarrollo 2018.
El Observatorio Argentinos por la Educación es un espacio de encuentro creado alrededor de los datos del sistema educativo, con el objetivo de involucrar a toda la sociedad en la mejora de la educación. Su misión es contribuir a que la educación sea determinante en el debate público argentino, a partir de datos que permitan enfocarla en los desafíos del siglo XXI, según relatan en su propia definición quienes integran ese colectivo.
Las conclusiones del mencionado estudio internacional ponen en evidencia que los cierres escolares producidos por la pandemia de COVID-19 podrían causar grandes pérdidas de aprendizaje, especialmente en el caso de los estudiantes de los primeros grados. Sin medidas que ayuden a los alumnos a ponerse al día, el rezago en los aprendizajes puede profundizarse incluso después del regreso a la escuela. Las estimaciones indican que los alumnos que han perdido medio año de clases presenciales en segundo grado habrán perdido el equivalente a 1,8 años de aprendizaje cuando estén en tercer o cuarto año de secundaria (según la jurisdicción).
En la medida que los estudiantes regresan a la escuela, la mayoría muestra aprendizajes por debajo de su plan de estudios. Según el informe, esto se explica por la interrupción de clases presenciales, pero también porque de por sí los diseños curriculares son demasiado ambiciosos en relación con los niveles reales de aprendizaje de los estudiantes.
El informe plantea tres escenarios posibles de regreso a la presencialidad en función de distintos tipos de intervención pedagógica:
1) sin estrategias de mitigación (es decir, sin tomar decisiones que busquen compensar los aprendizajes perdidos)
2) con estrategias de “remediación” a corto plazo (se adapta la currícula en el regreso de los estudiantes, pero se retoma el ritmo “normal” a partir del año siguiente)
3) con estrategias de “reorientación” a largo plazo (se adapta la currícula para que a lo largo de toda la trayectoria del estudiante los contenidos estén alineados con sus posibilidades reales de aprendizaje).
A partir de estos escenarios, se estima la pérdida de aprendizaje a largo plazo.
El regreso a la escuela no alcanza para ponerse al día: los estudiantes pueden seguir perdiendo nuevos aprendizajes si las estrategias pedagógicas no se adaptan a sus necesidades. Este sería el caso si no se aplica ninguna estrategia específica para mitigar los efectos de la suspensión de clases presenciales: las pérdidas de aprendizaje iniciales son más graves en los primeros años de estudio, y pueden acumularse a largo plazo.
“Cada vez hay más evidencia de que los niños han sufrido pérdidas sustanciales de aprendizaje durante el cierre de las escuelas. Nuestro trabajo muestra que las pérdidas continuas de aprendizaje incluso después de que los estudiantes regresan a la escuela podrían ser devastadoras para el futuro de los niños”, describe Michelle Kaffenberger, investigadora de RISE y de la Blavatnik School of Goverment de la Universidad de Oxford.
“Pero hay esperanza: con medidas de remediación y con reformas a largo plazo que prioricen aprendizajes y habilidades universales fundamentales, los sistemas educativos pueden salir de esta crisis con más fuerza. Los líderes educativos, las escuelas y los maestros deben garantizar que todos los niños tengan la oportunidad de ponerse al día y de continuar aprendiendo cuando regresen a la escuela”, agrega Kaffenberger.
“La reapertura de escuelas es en realidad un proceso de reinicio del ciclo de aprendizaje en el que hay que asumir que hubo pérdida y retraso en el aprendizaje del currículum, verdaderos ‘des-aprendizajes’. Será necesario evaluar la situación de cada alumno y desarrollar estrategias pedagógicas de planificación y enseñanza adaptadas a sus necesidades, y entender que esto llevará varios años. No hacerlo o suponer que con breves instancias de apoyo se resuelve será prolongar la situación de déficit, acumular nuevas pérdidas y terminar en abandono escolar”, explica Claudia Romero, doctora en Educación, profesora e investigadora de la Universidad Torcuato Di Tella.
Si bien estas conclusiones no están ligadas de manera exclusiva con lo que sucede en nuestro país, (la investigación es internacional), es posible pensar que sí está contenida en esta conclusiones nuestra realidad, más aún teniendo en cuenta que el período de suspensión de presencialidad en Argentina, dependiendo de cada distrito, es muy superior al lapso analizado.