El desarrollo de la actividad, sin control estatal en Brasil, puede provocar un daño irreparable en el ecosistema argentino y con el avance de especies invasoras. La mirada holística binacional es clave.
Diferentes estudios ecológicos, tantos de expertos brasileros como argentinos, vienen alertando que el incremento desmedido de la acuicultura en embalses en territorio del país vecino, cultivando especies de peces, no nativas impactará negativamente sobre la biodiversidad acuática en el Río Paraná.
Un documento firmado por la investigadora brasileña Patricia Charvet, de la Universidad Federal de Paraná, señaló que el cultivo principalmente de la tilapia del Nilo, acarreará importantes consecuencias sociales, económicas y ecológicas, si es que esta práctica se potencia sin la fiscalización de los órganos estatales pertinentes.
Otro artículo de la experta de la Universidad Estatal de Maringá (Brasil) Rosa María Dias, revisado por el especialista argentino Luis Espínola, advierte que, al quitarle los atributos de control al Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (IBAM), se afectará la ecología acuática de Brasil y de los países vecinos.
La problemática
La acuicultura en cuerpos acuáticos es citada como el principal vector de introducción y propagador de peces no nativos.
“Esta situación, sin duda alguna, también afectará ecológicamente a los cuerpos de agua dulce que se hallan en territorio argentino, al igual que a los de los demás países vecinos”, admite Espínola, investigador del Conicet en el Instituto Nacional de Limnología.
Las consecuencias ecológicas de una especie invasora, aclara el argentino, se visulizará a mediano y/o largo plazo, cuando generalmente la especie no nativa ya se torna imposible de erradicar del ambiente.
“Con las actuales decisiones del gobierno de Brasil, la Argentina se vería directamente afectada dado que muchos de los grandes embalses se encuentran en los ríos Paraná e Iguazú, pocos kilómetros aguas arriba de la frontera. Es necesario trabajar en el control de forma holística para evitar la llegada de especies no nativas. La responsabilidad es de ambos países”, afirma el investigador.