De esta forma lo manifestó la psicóloga forense, María Eugenia Covacich. La profesional indicó que en el país “hay 228 docente que se presentaron con sus expedientes y cotejamos si existe la posibilidad que sean denuncias sobre hechos que no ocurrieron”.
Detrás de los casos de abusos a menores en instituciones escolares, muchos denuncian un aspecto incómodo pero fundamental para llegar a la verdad: cómo se comprueba y qué pasa con los fallos erróneos que implican la condena social y legal de una persona.
La causa abierta contra un docente del jardín Ceferino Namuncurá de la capital provincial, puso de nuevo el tema en debate.
En diálogo con Radio EME, la psicóloga forense, María Eugenia Covacich, indicó que “desde hace varios años tenemos algún compendio de malas prácticas y, fundamentalmente, en el caso de los docentes, es un caso que es muy preocupante, a partir de muchas denuncias que nunca habían ocurrido dentro de la institución. Eso nos llevó a investigar el por qué hechos que no ocurrieron pueden haber sido denunciados como tales y cómo puede un niño llegar a manifestar frente a un psicólogo o fiscal cuestiones que nunca sucedieron”.
En este sentido, la profesional dijeron que “hemos relevado 228 docente que se presentan con sus expedientes y los revisamos y cotejamos si existe la posibilidad que sean denuncias sobre hechos que no ocurrieron”.
Covacich sostuvo que “la mejor defensa que podemos hacer de un niño es una buena investigación”.
La psicóloga indicó que estas situaciones generalmente se dan “en materias extra programáticas como profes de educación física, de música, teatro, pero también en auxiliares de sala y algunas maestras de sala, en edades que están comprendidas, generalmente, entre los 2 y los 5 años”.
La profesional explicó que se trata de una edad donde los niños “exploran su sexualidad para poder aprender y comprender sobre la diferencia sexual anatómica. Esas prácticas de investigación llevan, muchas veces, a tocamiento, de querer ver que es lo que tiene el otro, al querer entrar al baño cuando hay otra persona y a manifestaciones con sus genitales que pueden despertar en la familia cierta incomodidad, cierto temor”.
Covacich indicó que hay mamás y papás que “no están preparados para esto, esto que describo forma parte de la psicología evolutiva del ser humano”.
Al respecto comento que “cuando los niños aprenden a higienizarse solos lo hacen de manera incompleta o deficiente, eso puede provocar alguna paspadura, algún rasguño, alguna mínima lesión que también es normal y común a esa edad y muy frecuente. Hay veces que hemos visto que se suelen confundir ciertas cuestiones anatómicas normales o no causadas traumáticamente, por lesiones causadas traumáticamente”.
La psicóloga forense plantea dos variables por las que puede darse esta situación, “la variable evolutiva normal, una mamá o papá que no esté en conocimiento de la etapa puede vivirla con cierta alarma. Esa alarma puede estar asociada a alguna vivencia histórica personal”. A su vez agregó que “estamos hablando de niños que no han sido abusado, porque después tenemos otra variable que es el abuso intrafamiliar, que tienen una imposibilidad de manifestar esa condición y terminan desplazando la autoría al docente”.
En cuando a las falencias que presenta la justicia para poder corroborar estos casos, Covacich dijo que “lo que falla es el tratamiento que se le da a la prueba, la prueba es el relato. El relato se va haciendo complaciente con quien lo recibe. Un niño de esa edad puede ser confundido por una entrevistador que no está preparado”.
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