Es un fenómeno psicológico que afecta a gran parte de los profesionales. Consiste en sentirse incapaz de asimilar los propios logros.
Es una situación poco conocida, pero recurrente. Las actrices Michelle Pfeiffer y Kate Winslet y la exdirectora de la OMS Margaret Chan tuvieron el síndrome del Impostor y lo reconocieron públicamente. Es un término que fue creado por las psicólogas clínicas Pauline Clance y Suzanne Imes en 1978. Sin embargo. hasta hoy. no está reconocido como un trastorno o enfermedad mental, y por lo tanto no está registrado en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales o DSM, de la Asociación Americana de Psiquiatría.
En la práctica, es frecuente escuchar que algunas personas no puedan internalizar sus logros y sientan un miedo constante a ser descubiertos como un fraude, a decepcionar a quienes tienen altas expectativas sobre ellos. Claro que no hay nada de malo en la duda ocasional. La clave, coinciden la mayoría de los expertos, es la frecuencia. La mayoría de las personas se siente como impostora en algún momento de la vida, sobre todo en escenarios intimidantes, ya sea un primer encuentro amoroso, un nuevo trabajo o al hablar en público.
“Este fenómeno está asociado a las personas exitosas que son incapaces de asimilar sus logros, de hecho, suelen cargar con una preocupación constante por esto”, explica a Con Bienestar la psicóloga Eliana Álvarez (M.N. 68.245). Es una condición psicológica que afecta hasta el 70 por ciento de las personas en algún momento de sus vidas, según consigna el estudio “The impostor phenomenon”, publicado en International Journal of Behavorial Science. Afecta mayoritariamente a las mujeres producto de la crianza basada en roles de género.
Se trata -según la licenciada- de una tendencia a minimizar los triunfos y no reconocerlos. Es más, si hubo alguno, queda vinculado a una cuestión de suerte momentánea o simplemente una coincidencia, nunca a un mérito propio.
El síndrome del impostor va más allá de estos pensamientos incómodos, y puede tener efectos directos sobre la calidad de vida de las personas que lo sufren. La experta en el tema, Saskia de Winter, explicó en entrevista para Forbes México que las raíces del síndrome del impostor tienen cimientos en el entorno familiar. El rechazo y los comparativos suelen detonar este desorden durante la adultez.
Esto lleva a una hiperdedicación a las tareas que las personas desempeñan y a una forma de tratar de evitar la sensación temida de que van a descubrir la baja calidad intelectual.
Buscando ayuda
Entender que cualquier persona se equivoca aporta un enfoque diferente a la hora de buscar apoyo y poder disfrutar los logros. Ante este escenario, hay ciertas recomendaciones que comparte Eliana Álvarez:
• Identificar los pensamientos negativos, desarmarlos para poder identificar el origen de lo que causa este malestar.
• Reconocer las verdaderas limitaciones.
• Enfocarse en las fortalezas.
• Romper la dependencia con las opiniones de los otros.
• Diferenciar entre las expectativas propias y las de los demás.
• Trabajarlo en terapia, dado que es algo que muchas veces se arrastra desde la niñez.
No hay un plan de tratamiento fácil para el síndrome del Impostor. Más bien, se trata de superar los sentimientos continuos de insuficiencia y eso requiere estrategias de atención plena y comportamiento cognitivo igual de persistentes.
Fuente: TN/Con Bienestar