Un joven canadiense confesó haber vivido un infierno y reveló los primeros indicios a los que no le prestó atención.
China es uno de los países del mundo que mostró gran preocupación por lograr lo que la mayoría de los adultos no consigue: limitar el tiempo que los hijos pasan con los videojuegos. De hecho, los menores de ese país solo pueden dedicarle tres horas semanales a los juegos en línea.
La pandemia ha potenciado la adicción a los videojuegos de chicos, adolescentes y adultos. El encierro incrementó el aburrimiento, lo que llevó a un aumento de las horas diarias dedicadas a las pantallas.
Cam Adair, un canadiense de 32 años, reveló la problemática de la adicción a los videojuegos. El joven confesó públicamente a la BBC haber vivido un infierno. La pandemia potenció su adicción, que lo llevó a mentir y hasta querer quitarse la vida.
“Luché contra mi adicción durante 10 años. Dejé la escuela secundaria, nunca fui a la universidad y fingí tener trabajos para engañar a mi familia”, confesó. Y lamentó: “Una noche escribí una nota de suicidio y fue cuando me di cuenta de que necesitaba ayuda”.
El joven es fundador de Game Quitters (“Desertores de los juegos”), un grupo de apoyo en línea para personas que luchan contra la adicción a los videojuegos.
“La pandemia me llevó a pasar más tiempo de lo habitual en Twitch (un servicio de streaming que se enfoca en personas en juegos de computadora) y en YouTube. Gran parte de ese contenido (de YouTube) eran transmisiones de videojuegos, lo que podía desencadenar una fuerte recaída. Afortunadamente, la pude evitar, pero conozco a muchas personas en la comunidad de Game Quitters que cayeron nuevamente en su adicción durante el confinamiento”, contó.
El efecto del uso inadecuado de los videojuegos en el cerebro
Mariela Caputo, psicopedagoga, máster en Neuropsicología Clínica e investigadora de Doctorado en la Facultad de Medicina de la UBA, habló sobre los riesgos para la salud mental del uso excesivo de los videojuegos: “Cabe aclarar que el uso adecuado de los videojuegos es muy efectivo para desarrollar una estimulación funcional y habilidades cognitivas básicas para el aprendizaje como la atención, la percepción, la memoria y las funciones ejecutivas. Sin embargo, utilizados en exceso, pueden producir cierta adicción, estrés, comportamientos antisociales, vista cansada, problemas de oído, lesiones varias y dolores de espalda”.
La especialista señaló que la Organización Mundial de la Salud (OMS) agregó un tipo de dificultad específica al que llamó el “desorden por videojuegos” dentro de los problemas mentales, debido a estos nuevos síntomas.
En ese sentido, advirtió: “El uso de videojuegos está asociado directamente con el sistema de recompensa del cerebro, que espera recibir un tipo de satisfacción y placer ante un logro adquirido. Hay algunos juegos que están diseñados especialmente para que esto pase, teniendo como garantía que el usuario siga consumiéndolo”.
Y advirtió: “Cuando este circuito se retroalimenta de una manera intensa, se generan grandes cantidades de dopamina, que llevan al niño, adolescente o adulto a un estado de euforia, que lo puede inducir a sentir apatía y ansiedad. Cuando hay un exceso de dopamina, el cerebro induce al cuerpo a llevar a cabo movimientos innecesarios, como los tics repetitivos”.
La dependencia de los videojuegos como una adicción a internet
Martha Shaw y Donald W Black, del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Iowa, en Estados Unidos, aseveraron en un estudio que la dependencia a los videojuegos es parte de una adicción más amplia a Internet. El estudio la define como “preocupaciones, impulsos o comportamientos excesivos o mal controlados con respecto al uso de la computadora y el acceso a Internet que conducen a un impedimento o angustia”.
“El estrés en la vida conduce a un anhelo por comportamientos y mecanismos de escape. La pandemia ha aumentado el estrés en la vida de las personas y una forma conveniente de escapar es utilizar medios digitales de entretenimiento, como juegos y redes sociales. El uso excesivo de estos medios es un factor de riesgo para el desarrollo de conductas adictivas”, concluyeron.
Fuente: TN/Con Bienestar