Especialistas advierten sobre la adicción que genera el celular, especialmente en los jóvenes. Ni siquiera en vacaciones podemos desconectarnos.
La famosa frase “en vacaciones me desconecto” está más en tela de juicio que nunca. Una rápida mirada por la playa, por ejemplo, nos muestra la contrario. Seguimos pegados al celular, como cualquier otro día en Buenos Aires. ¿Qué nos pasa que no podemos tomar distancia del celular? Distintos especialistas se refirieron a este fenómeno, y hasta la compararon con las drogas, en el sentido de que se registra una adicción, y por tanto un síndrome de abstinencia a superar, cuando queremos alejarnos de él.
Hay que aclarar que el celular es un signo de nuestros tiempos, nada menos. Una terminal audiovisual portátil que nos da la impresión de poder acceder a todo lo que pasa en el mundo, de inmediato. De estar comunicados con todos, todo el tiempo. El uso primigenio, las comunicaciones telefónicas, ya casi no se hacen. El boom de los aparatos con cámaras de fotos de alta definición, y la posterior -e inmediata- publicación que se pueden hacer en las redes sociales, hacen que los dispositivos sean un común denominador.
Los llamados millenials aprovechan el wifi extendido para sacarse fotos en la playa y subirlas inmediatamente. Generar “stories”. Hacer “vivos”. Lo mismo de todo el año, pero con otra escenografía.
La psicoanalista Diana Litvinoff, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina y autora del libro “El sujeto escondido en la realidad virtual”, explica que “las vacaciones suelen ser una oportunidad para romper con la rutina. También para encontrarnos con otro tipo de actividades de las que realizamos habitualmente. También para encontrar otros paisajes, otros sabores, otros horarios. Y también, otras relaciones”.
El problema, señala Litvinoff, es que “queremos tener más libertad, ansiamos las cosas nuevas, pero también tenemos miedo a la libertad, miedo a lo nuevo. También a encontrarnos con cierto vacío y a encontrarnos con nosotros mismos y nuestros propios interrogantes. Por ejemplo, lo que nos gusta, qué queremos de la vida, qué esperamos”.
Más profundamente, “a veces tenemos miedo a sentirnos solos. También tenemos miedo a encontrarnos con otros que son desconocidos. Tenemos temor al rechazo, si vamos a gustar o no. Entonces tratamos de ir a lo seguro, que es el celular, porque ahí encontramos nuestros contactos habituales, los amigos, los íconos conocidos y eso nos hace sentir acompañados. El celular actúa como un especie de objeto acompañante, como un objeto contra fóbico”.
Por su parte, el español Marc Masip es psicólogo y experto en adicción a las nuevas tecnologías, y fue más allá, al sentenciar que “las nuevas tecnologías son la heroína del siglo XXI”.
“Las drogas y el teléfono móvil causan un síndrome de abstinencia similar, digo síndrome de abstinencia por la similitud en el tratamiento para la rehabilitación. Obviamente las drogas tienen otros componentes físicos y químicos que la tecnología no tiene. Sin embargo, las dos te arruinan la vida pero no te matan”, advirtió el especialista.