El principal acusado volvió a hablar. Dijo que su celular fue manipulado luego de ser secuestrado y que Carlos Argüelles declaró contra él porque le habían ofrecido la libertad.
Esteban Alvarado volvió a pedir la palabra ayer en el marco del cierre de los alegatos de sus abogados defensores, quienes pidieron que sea absuelto de los delitos por los que afronta un pedido de prisión perpetua y que sólo lo condenen por las amenazas a una empleada de la fiscalía a quien le arrojaron la cabeza de un perro frente a su casa días antes de que sufriera un atentado a tiros contra su domicilio. “De Carlos Argüelles soy amigo. Era amigo”, afirmó y se corrigió Alvarado en referencia a uno de los principales testigos en su contra, quien dejó grabada su declaración un año antes de ser asesinado. Sobre esa mención, aseguró que quien fuera su mecánico de confianza durante años declaró contra él porque le habían prometido la libertad. Argumento que los fiscales revirtieron al asegurar que en su momento se opusieron a la liberación de Argüelles y que tal postura quedó documentada en actas judiciales.
Luego de que sus defensores cerraran su alegato, ayer Alvarado volvió a hablar —también lo había hecho el lunes— ante los jueces que desde hace más de dos meses lo juzgan como jefe de una asociación ilícita, como instigador de un homicidio y balaceras, así como por cinco hechos de lavado de activos. Además de referirse a Argüelles afirmó que alguien manipuló su teléfono celular cuando ya había sido secuestrado.
En los próximos días seguirán los planteos de las defensas de otros acusados —son seis en total— antes del último contrapunto de los defensores con los fiscales de cara al veredicto.
Cosa juzgada
Los abogados de Alvarado habían comenzado su exposición el lunes, luego de que su cliente se dirigiera al tribunal para decir que los fiscales lo habían pintado “como un monstruo” y que crearon una causa “mediática” por motivos políticos para perjudicar al senador provincial Armando Traferri y a la vicegobernadora Alejandra Rodenas. Luego de la exposición del principal acusado sus defensores plantearon que éste no instigó el crimen de Lucio Maldonado, el prestamista informal secuestrado y asesinado en noviembre de 2018.
En la jornada de ayer siguió la exposición de los defensores quienes luego de exponer sobre el resto de los delitos endilgados a Alvarado solicitaron que sea absuelto y que sólo lo condenen por el primer atentado a la empleada de Fiscalía Marina Marsilli, a quien le arrojaron en el frente de su casa la cabeza de un perro el 13 de enero de 2019, 18 días antes de que balearan su casa de barrio Martin. En este punto reclamaron que no se aplique el delito de amenazas coactivas calificadas requerido por la acusación sino el de amenaza simple, ya que según su alegato no se demostró que una existiera intención de obtener una concesión del poder público.
Al iniciarse el juicio oral en febrero Alvarado había reconocido que él orquestó la primera intimidación a Marsilli. “Le pido perdón a la señora”, dijo entonces al admitir que “la idea era mandarle una corona” pero no con fines de amedrentarla sino de fabricar un delito para implicar a dos adversarios ligados a la banda de Los Monos. Sobre la balacera posterior su defensa plantea que no se concretó por orden suya sino por decisión de los ejecutores, entre ellos Nicolás “Fino” Ocampo, condenado por pertenecer a la asociación ilícita y asesinado en abril de 2021.
Respecto de la acusación por asociación ilícita los abogados Pablo Morosano, Lucas Peirone y Juan Pablo Audisio plantearon que si bien se diagramó una estructura repartida en tres estamentos, la causa se basó en la que se investigó en San Isidro por robo de autos en el conurbano. Esa causa terminó en una condena ya cumplida por Alvarado por dirigir una banda de ladrones de autos.
Según los defensores, no está claro cuáles serían los hechos posteriores cometidos por la organización. Por eso entienden que el delito de asociación ilícita ya fue juzgado.
Sin precedentes
En cuanto a la pata empresarial de la organización indicaron que, según la investigación contable, la firma Logística Santino tenía una ganancia ajustada, lo que supone un resultado contrario a las maniobras propias de lavado. En este punto señalaron que para probar el delito de lavado es necesario demostrar cuál es el delito precedente con el que se genera ganancia. Y afirman que en este tal cosa no se probó. Y si bien se mencionan actividades de narcotráfico por parte de Alvarado —actualmente en juicio por transporte de una carga de marihuana a Río Negro— remarcan que no fue condenado por esa actividad.
Además los defensores solicitaron a los jueces Patricia Bilotta, María Isabel Mas Varela y Alejandro Negroni que no tengan en cuenta como prueba los más de cuatro mil mensajes extraídos del celular I-Phone que Alvarado arrojó al lago de Embalse Río Tercero segundos antes de ser detenido el 2 de febrero de 2019. Señalaron que no se preservó la cadena de custodia y que se afectó el derecho de defensa porque no fueron notificados de la apertura que hizo del aparato en Nueva York la empresa informática Cellebrite, que desencriptó el teléfono y extrajo una copia del contenido. “Es una empresa privada, extranjera, sin control. ¿Cómo podemos saber si esa técnica es legal?”, objetaron.
Con respecto a las balaceras simultáneas del 10 de diciembre de 2018 a los Tribunales Provinciales y al Centro de Justicia Penal (CJP), negaron que el autor haya sido Alvarado. El argumento fue que, como en el crimen de Maldonado apareció junto al cuerpo un cartel que decía “con la mafia de jode”, otra banda pudo sentirse aludida y para vengarse orquestó las balaceras a edificios judiciales. Lo que explicaría que en uno de los edificios dejaran un cartel con la inscripción “Atentamente: Esteban Alvarado”.
En primera persona
Luego de la exposición de sus defensores, el propio acusado pidió la palabra. Primero habló de su teléfono. Dijo que cuando estaba detenido en el pabellón 17 de la cárcel de Piñero, el 8 de marzo de 2019 ingresaron mensajes al aparato a pesar de que llevaba más de un mes secuestrado y apagado. Sostuvo que los mensajes fueron remitidos en los primeros días de febrero por el cuidador de caballos Facundo Almada, también implicado en la causa, quien lo contactó sin saber que había sido detenido. Para Alvarado, esto se explica porque alguien manipuló el aparato: “El teléfono se volvió a activar el día 8 y entraron los mensajes pero se enviaron antes”.
Después se refirió al mecánico Argüelles: “De Carlos Argüelles quiero manifestar que soy amigo. Era amigo, bah. Era amigo de muchos años. Cuando Carlos cae detenido en 2019 por asociación ilícita, al par de meses, hablo con un amigo que teníamos en común y me cuenta que cuando estuvo detenido en el Order un abogado enviado por los hermanos (Rodrigo y Mariana) Ortigala le dijo que ellos tenían llegada a la Fiscalía para darle la libertad inmediata”.
Eso fue, según Alvarado, lo que motivó la declaración brindada por Argüelles un año antes de que lo mataran, en la que lo vinculó a decenas de homicidios y dijo que hacía desaparecer gente igual que en la dictadura.
“(Argüelles) dijo cosas parecidas a las que dijeron los Ortigala (también testigos que supieron ser parte de su entorno íntimo y terminaron declarando en su contra). Que era un banco de torturas donde yo tenía el campo, que no sé la cantidad de gente que maté, que secuestré. Eso fue tres años atrás y nunca me imputaron esos delitos. Eso demuestra la credibilidad de lo que dijeron ellos”.
Fuente: La Capital