Ocurrió cuando un agente penitenciario vio un comportamiento extraño en dos presos que habitaban una celda. Requisó el interior y el exterior y descubrió una reja metálica cortada y sostenida con trapos, evidencia de una planeada y masiva fuga de presos.
Un grupo de oficiales y suboficiales del Servicio Penitenciario santafesino que revisaban y controlaban los internos notaron una anomalía casi imperceptible en el pabellón 4° de la Unidad II de la cárcel de Las Flores, donde constataron la existencia, en la celda 448, ocupada por dos condenados de apellido Rivas, que estaba cortada la malla metálica y desprendida por un corte y sujetados con retazos de telas que le daba apariencia de normalidad. El hallazgo fue reportado inmediatamente, y fue ordenado el traslado de ambos presos a la Unidad I cárcel de Coronda.
Un suboficial que ingresó a la celda 448 ocupada por los dos internos Rivas, observó no solamente a los dos internos sino su disimulada parsimonia para que la requisa concluyese rápido. Ese detalle visual percibido por el penitenciario, lo llevó a revisar el exterior de la celda, y allí halló la causa del apuro de los dos internos para que se fuera. La reja exterior no solo estaba cortada y sostenida con retazos de tela. Es lógico que removiendo la tela, se quitaba la reja, ese sitio conduce a un pasillo que lleva directamente al muro exterior. No hubo especulación distintas entre los penitenciarios con casi 30 años de servicio que fueron al lugar, y la reflexión fue unánime “si alcanzaban el pasillo, es probable que una innumerable cantidad de presos hubieran alcanzado el muro y después se hubieran evadido”.
Ante el descubrimiento de los actos preparatorios de una probable fuga masiva de presos, desde la dirección del Servicio Penitenciario santafesino, adoptaron una respuesta inflexible y ejemplificadora, ambos internos de apellido Rivas, fueron trasladados durante la misma jornada a la Unidad I cárcel de Coronda. La medida complementaria ordenada fue el análisis de ese sector del inmueble, y la convocatoria a herreros y albañiles para producir arreglo y aseguramiento pleno de lugar para restablecer la celda para el futuro alojamiento de otros dos internos, y correlativamente también dentro de la misma orden, la verificación completa y detallada de todo el edificio donde está comprendido el pabellón.