Se debe a tres años consecutivos de imperio de La Niña, un evento climático que provoca escasez de lluvias.
La sequía hace estragos a lo ancho y largo de Argentina. De hecho, toda la superficie de las provincias de la región central, de mayor relevancia en cuanto a volumen de producción agroindustrial, se encuentra en esa condición. Allí se perdió gran parte de los cultivos de invierno, el maíz temprano sembrado fracasó, la soja intenta sobrevivir y una importante superficie todavía aguarda a ser sembrada.
El paisaje de cursos de agua completamente secos, animales delgados por falta de pasto y cientos de ellos muertos de sed en algunas zonas, trazan un paisaje desolador. Las consecuencias se verán en el corto y mediano plazo: magras cosechas, menor oferta de carne y leche, productores que quedarán fuera de juego, entre otras.
Santa Fe
La provincia está arrasada por la sequía de punta a punta. En un 0,08% es excepcional; 9,03%, extrema; en un 38,54%, severa; en un 44,97% es moderada, mientras que un 7,39% está anormalmente seco.
Norte de Santa Fe, los animales toman agua del goteo de los camiones que llevan tanques de plástico con agua limpia y fresca. Algunos pequeños productores perdieron la mitad de las 100 cabezas promedio que tiene el 80% de ganaderos de esa zona. pic.twitter.com/iDaTfUxYnO
— Martín Steeman (@MartinSteeman) January 9, 2023
Buenos Aires
1,95% en sequía excepcional, un 10, 26%, está en sequía extrema, un 18,14%, severa, un 39,94%, moderada; y un 16,43% se halla anormalmente seco. Afortunadamente, un 13,28% del área bonaerense quedó a salvo del déficit hídrico.
Córdoba
2,03% del territorio logró escapar a la sequía; un 0,46% sufre sequía extrema; 26.04%, severa; 54,24%, moderada y 17,24%, se halla anormalmente seco.
Entre Ríos
Toda la provincia está seca: un 6,09% en situación extrema; un 64,06% en sequía severa; un 29,28%, moderada; y un 0,57% se encuentra anormalmente seco.
Pasada ya la ventana de siembra, el período donde es posible sembrar un cultivo para su óptimo desarrollo, aún queda por implantarse en 30% del área de maíz y el 20% de la de soja en la región agrícola central y todos los productores miran al cielo rogando que aparezcan los milímetros que permitan al menos reducir un poco las pérdidas.