Miles de personas agitaron palmas y ramas de olivo mientras el Sumo Pontífice era conducido a la Plaza de San Pedro sentado en la parte trasera de un vehículo blanco descapotable antes del comienzo de la misa, que duró dos horas.
El papa Francisco presidió la misa del Domingo de Ramos al día siguiente de recibir el alta hospitalaria tras sufrir de bronquitis, e instó al mundo a cuidar mejor de los pobres, los solitarios y los enfermos.
Miles de personas agitaron palmas y ramas de olivo mientras Francisco era conducido a la Plaza de San Pedro sentado en la parte trasera de un vehículo blanco descapotable antes del comienzo de la misa, que duró dos horas.
“Les doy gracias por sus oraciones, que han intensificado en los últimos días. De verdad, Gracias”, dijo al final de la misa en una aparente referencia a su reciente enfermedad, provocando un fuerte aplauso de la multitud.
El Papa, de 86 años, fue trasladado el miércoles al hospital Gemelli de Roma tras quejarse de dificultades respiratorias, pero se recuperó rápidamente tras una infusión de antibióticos y regresó a su residencia vaticana el sábado.
Para disipar las dudas sobre su estado de salud, el Vaticano ha anunciado que participará en todos los actos de la Semana Santa, el periodo más intenso del calendario de la Iglesia católica romana, comenzando con la misa al aire libre del Domingo de Ramos.
El Pontífice, vestido de rojo, se dirigió con voz tranquila pero clara a una multitud que la policía calcula en 60.000 personas. Durante la mayor parte de la misa permaneció sentado, pero al final se levantó para dar la bendición final.
En su homilía pidió a la gente que no ignorara a quienes experimentan un gran sufrimiento y soledad.
“Hoy hay tantos cristos abandonados. Hay pueblos enteros explotados y abandonados a su suerte; hay pobres que viven en los cruces de nuestras calles con quienes no nos atrevemos a cruzar la mirada; hay emigrantes que ya no son rostros sino números; hay presos rechazados; personas catalogadas como problemas”, dijo.
Al final de la misa, el Papa recordó, como suele hacer, “al maltratado pueblo ucraniano”, e instó a los fieles a rezar por el fin de la guerra.