Mientras una de las fuerzas mercenarias más brutales del mundo marchaba hacia Moscú, algunos miembros de la élite rusa temblaron de miedo ante la posibilidad de que la mayor potencia nuclear del mundo estuviera al borde de lo que, según el presidente Vladimir Putin, pudo haber sido una guerra civil.
Con Putin enfrentado al mayor reto público de sus 23 años como líder supremo, algunos jets privados salieron a toda velocidad de Moscú, según datos de seguimiento de vuelos y una fuente conocedora del asunto.
Uno de los temores era que el grupo de mercenarios Wagner de Yevgeny Prigozhin, si entraba en Moscú, intentara apoderarse de la economía, desencadenando otro reparto de la propiedad en Rusia, el mayor proveedor mundial de recursos naturales.
Cuando los hombres de Prigozhin dieron media vuelta a poco más de 200 kilómetros de Moscú, surgió otro miedo: que Putin, furioso por su humillación, apretara aún más las tuercas y se vengara de quienes no consideraba suficientemente leales.
“Todo el mundo se cagó encima”, dijo una fuente conocedora de la forma de pensar de las élites empresariales y políticas rusas, las que a menudo se solapan.
La fuente habló bajo condición de anonimato debido al peligro que supone hablar públicamente en la Rusia actual. “Cualquiera que tuviera algo que perder estaba extremadamente tenso”, añadió.
Otra fuente de alto rango en Moscú, que también solicitó el anonimato, sostuvo que el miedo triunfó en las tumultuosas horas del sábado y que muchos se apresuraron a hacer planes para sacar a sus familias de Moscú.
La fuente dijo que estaba claro que la autoridad de Putin había quedado dañada, pero que era demasiado pronto para sacar conclusiones generales de unos acontecimientos que, según la fuente, no parecían tener sentido.
“La velocidad y la gravedad de lo que sea que haya sido esto ha conmocionado completamente a todo el mundo, incluso en el Kremlin”, indicó la fuente.
En entrevistas con Reuters, cerca de una docena de miembros de la élite rusa relataron su nerviosismo a medida que se desarrollaba el motín, la mayor agitación interna en el Estado ruso desde el golpe de Estado contra Mijaíl Gorbachov en 1991, cuando se desmoronaba la Unión Soviética.
La inquietud y las reacciones dan una idea de lo profundas que son las fisuras dentro de la Rusia de Putin tras 16 meses de una guerra en Ucrania, que no parece que vaya a terminar pronto.
“Rusia ha amanecido a una nueva realidad”, señaló una tercera fuente a Reuters cuando se le preguntó qué había sucedido, añadiendo que las consecuencias totales del fallido motín podrían no haberse manifestado todavía.
“Smuta”
Mientras se desarrollaba el motín, Putin, que domina Rusia desde el último día de 1999, pronunció un discurso a la nación a las 10 de la mañana, hora de Moscú, desde el Kremlin, el 24 de junio, en el que prometió aplastar el motín y advirtió de que Rusia podría transitar hacia el caos.
El exespía del KGB usó la temida palabra rusa “smuta”, que significa disturbios, agitación o problemas y se asocia en la mente de los rusos con la llamada “época de los problemas”, que precedió al ascenso de la dinastía Romanov en 1613.
Putin afirmó que el motín armado era una traición y lo comparó con el caos que dio paso a la Revolución bolchevique de 1917 y a los años posteriores de guerra civil.
Mientras Putin hablaba, el rublo caía hacia los 100 por dólar estadounidense para los afortunados que pudieran encontrar la divisa para comprar. El rublo cotizaba el jueves a 84 por dólar y actualmente ronda los 86.
Los rusos empezaron a retirar importantes cantidades de rublos y a buscar divisas en 15 regiones de todo el país.
Por término medio, la demanda por divisas y efectivo aumentó alrededor de un 30%, pero en las regiones meridionales cercanas al motín y en las grandes ciudades, la demanda se disparó entre un 70% y un 80%, según un informe del viceprimer ministro primero, Andrei Belousov.
Los precios de los billetes de avión desde Moscú también se dispararon para viajes a destinos como Belgrado, Estambul y Dubái.
Los billetes para vuelos directos a Belgrado se agotaron. Los de ida a Belgrado vía Sochi se dispararon hasta los 63.700 rublos (742 dólares). Los que tienen como destino Estambul cuadruplicaron su precio.
Según los datos de seguimiento de vuelos, el 24 de junio salieron de Moscú aviones relacionados con al menos dos importantes figuras del mundo de los negocios y un alto cargo del Gobierno. Reuters no pudo determinar quién voló en los aviones.
El diputado ruso Dmitry Gusev escribió a la agencia rusa de transporte aéreo exigiendo que publique los nombres de los empresarios y políticos famosos que volaron fuera de Rusia el 24 de junio.
Rodarán cabezas
Pocas horas después, se llegó a un acuerdo para que Prigozhin y algunos de sus combatientes pudieran viajar a la vecina Bielorrusia. Parecía que Rusia se había asomado al abismo.
El presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, utilizó una jerga criminal para decir que el sábado había convencido a Putin de que no “acabara con” Prigozhin, que voló a Bielorrusia el martes.
Prigozhin aseveró que nunca había pretendido derrocar a los dirigentes rusos, sino que había marchado para salvar a su grupo y ajustar cuentas con los altos mandos militares de Putin, el ministro de Defensa, Sergei Shoigu, y el jefe del Estado Mayor, Valery Gerasimov.
Prigozhin, sin embargo, se jactó de la velocidad de la marcha de sus hombres hacia Moscú, que recorrieron 780 kilómetros en un solo día, afirmando que demostraba la magnitud de los problemas de seguridad en Rusia.
Viktor Zolotov, estrecho aliado de Putin y director de la Guardia Nacional, afirmó que los amotinados pudieron avanzar tan rápido hacia Moscú porque las fuerzas leales al Estado se habían centrado en reforzar las defensas de la capital.
Zolotov, que fue jefe de la escolta presidencial de 2000 a 2013 y en ocasiones se le vio portando un arma automática para proteger a Putin en viajes peligrosos, afirmó que sus hombres habrían resistido hasta la muerte.
Pero dentro de la élite, existe ahora el temor de que Putin intente reafirmar su posición y destituir a aquellos que, en su opinión, no profesaron su lealtad con suficiente ardor.
“Rodarán cabezas”, dijo otra fuente de alto nivel. “Mirarán quién guardó silencio, quién no habló en apoyo de la unidad y del presidente”.
Fuente> NA