La Municipalidad de Santa Fe, en conjunto con la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas, colocó y controla 47 ovitrampas que vigilan la actividad del mosquito Aedes Aegypti en 35 barrios de la ciudad capital. En el marco de las acciones que se realizan para combatir el dengue, se llevan adelante controles y análisis de estos dispositivos para monitorear la actividad del mosquito adulto y sus huevos. De esta manera, se organizan distintos trabajos dependiendo los requerimientos de la zona.
Se trata de un sistema de monitoreo entomológico que controla la actividad del vector con el fin de conocer cuándo la inicia, en qué áreas de la ciudad, en qué contextos y bajo qué temperaturas. Esta información es útil para poder planificar y llevar adelante acciones preventivas tales como el descacharrado en los barrios donde los índices den positivos o más elevados de lo recomendado y así poder disminuir los criaderos cercanos y evitar su proliferación.
Al respecto, Lorena Massari, directora de Promoción de la Salud, comentó que desde junio no se han encontrado huevos de Aedes en las ovitrampas, y que “esto indica que las bajas temperaturas disminuyen la actividad del mosquito”. Sin embargo, en base a lo ocurrido el año pasado, la vigilancia se vuelve muy importante a esta altura del año ya que “en septiembre podría iniciar su mayor actividad y, por ende, tenemos que aumentar la frecuencia de vigilancia ya que cualquier introducción del virus en la ciudad puede generar casos”.
Control de las ovitrampas
Una ovitrampa es un dispositivo de color oscuro al que se le coloca agua y un bajalenguas para que el mosquito hembra ponga sus huevos allí. Se utiliza para poder controlar la actividad del mosquito Aedes Aegypti, a través del conteo y la vigilancia de los huevos que se colocan en el recipiente. Las 47 ovitrampas que instaló el municipio están colocadas en espacios públicos, jardines municipales y vivienda de vecinos, por lo que para controlar estas últimas se debe consensuar la visita con los dueños de las casas.
Las ovitrampas se cambian una vez por semana, en dos recorridos, para retirar los bajalenguas, controlar si hay otros estadíos de mosquitos en los recipientes y de qué tipo. Además, permite limpiarlos y cambiar el agua, de manera de no sostener un reservorio que permita que se reproduzca el vector.
Posteriormente, se examinan a través de una lupa para controlar individualmente los bajalenguas en búsqueda de huevos, se cuantifican y con esos datos se sacan índices que son indicadores indirectos de la actividad del vector.