El Arzobispo de Santa Fe, eligió un comunicado para dar conocer su postura. Aqui parte del escrito.
El gobierno nacional habilitó la discusión sobre la despenalización del aborto. Es un tema debatido y es de esperar que el tratamiento sea sincero, reflexivo e integral. No es un tema primariamente religioso, es humano, jurídico y va a depender de las decisiones que debe tomar la sociedad a través de sus leyes. El ámbito propio de la democracia es el Parlamento, donde los legisladores como representantes del pueblo tienen por misión la elaboración de las leyes llamadas a orientar y regir la vida de la comunidad.
En este marco institucional de la República la Iglesia Católica, a través de la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal, ha dado un comunicado que tituló: Respetuosos de la vida. Es una palabra clara al servicio de la sociedad, que tiene su fundamento en la certeza de la existencia de la vida humana. En esto ciencia y fe no se oponen, es más, diría que se complementan y acompañan. Incluso, filosóficamente, debemos decir que nada puede ser lo que es si antes no tuvo la posibilidad de serlo.
El tema del aborto no puede quedar, por lo mismo, librado a una decisión personal sin referencia al marco de una ley que proteja el valor de la vida, junto al acompañamiento integral de la persona. No estamos ante un acto privado sin consecuencias jurídicas y sociales. El Estado mismo, con sus poderes constitucionales, no puede estar ausente.
En estos temas en los que se habla de vulnerabilidades, que son reales, cuesta aceptar que la referencia al aborto sea considerada como un acto humanitario para con las mujeres pobres, creo que es minimizar el problema. Cabe a la política buscar una respuesta que no sea la supresión de un término del problema, sino crear las condiciones para el bien tanto de la vida por nacer como de la madre. No hablamos de una vida sino de dos.
No podemos desconocer que desde la concepción hay una realidad nueva, que la ley debe proteger. No somos dueños de aquello que ya tiene su identidad y autonomía, aunque aún no tenga independencia, eso es parte de su vulnerabilidad. Por lo mismo, el valor de la vida no está en relación a su nacimiento y capacidad de decisión, sino a su existencia como fundamento jurídico y moral de su dignidad. Este derecho que es original e inalienable debe ser tenido en cuenta cuando se trate la ley.