Que las pastas, el pan y sus secuaces engordan es un mito ampliamente aceptado, pero suprimirlos de la dieta puede no ser la opción más sana.
Si bien es cierto que al dejar las harinas se baja el peso o el volumen del cuerpo (el famoso “deshincharse”), no es motivo para suprimirlos por completo de la alimentación porque son una gran fuente de energía y proveen de glucosa al cerebro.
“Una cosa es dejar los hidratos de carbono y otra, las harinas“, aclaró la nutricionista Agustina Murcho al diario La Nación.
“Hay fuentes de hidratos que no son harinas como el cereal entero, las legumbres, la papa, la batata y el choclo“, enumeró entre las opciones para darle al cerebro la glucosa que necesita.
“Cuando una persona deja los hidratos de carbono se pierde mucho peso. Sin embargo, ese peso es músculo y agua y un mínimo de grasa“, explicó.
De hecho, dejar las harinas para bajar de peso puede ser contraproducente porque el cuerpo elimina el músculo para ahorrar energía y, cuando termina la dieta, lo reemplaza con grasa.
Para poder disfrutar de los fideos sin morir en la balanza, Murcho recomienda el “plato ideal”, que combina fibra, hidratos de carbono y proteínas, y aprender cuándo y cómo comer las harinas de manera moderada.