El jefe de Estado de Burundi se enojó porque no le dejaron tocar el balón y le cometieron varias faltas.
Mando encarcelar a los entrenadores adversarios, a los que acusó de “hostigamiento”
El presidente de Burundi, Pierre Nkurunziza, ordenó detener a los entrenadores de un equipo de fútbol que el sábado pasado disputó un amistoso contra la formación presidencial porque recibió “hostigamiento” personal y varias faltas de sus jugadores.
El mandatario, electo en 2005, es un reconocido aficionado a la práctica del fútbol que organiza partidos en cuanto su agenda se lo permite, al punto de que tiene armado un equipo, el Haleluya FC, del que es goleador y lo acompaña cuando sale de gira.
El sábado, Nkurunziza viajó con funcionarios y su equipo a la pequeña ciudad de Kiremba, donde se acomodaron las actividades de tal forma que quedara tiempo para disputar un partido, por lo que los anfitriones se apresuraron a armar un equipo.
Los causantes del enojo presidencial fueron algunos muchachos congoleses reclutados a último momento para llegar a los once jugadores.
De acuerdo con algunos testigos presentes en el juego, el equipo del presidente no disfrutó del habitual trato favorable, sino que, por contrario, soportó marca a presión y por momentos juego brusco, lo que desató la “indignación” del mandatario, que esta vez no pudo marcar ningún gol, contra lo que acostumbra.
Tras el partido, Nkurunziza decidió arrestar al entrenador y al ayudante del equipo contrario, culpándolos de no haber instruido adecuadamente a sus jugadores y acusándolos de “conspiración contra el Presidente de la República”.
El presidente de Burundi -un pequeño país del centro de África que limita con Ruanda, República Democrática del Congo y Tanzania- es, además, Secretario del Consejo Nacional para la Defensa de la Democracia.