Acusado de hereje y populista, Jorge Bergoglio todavía no cae bien en la Curia romana. Se cumplen 5 años de su elección.
El país entero se sorprendió aquel 13 de marzo de 2013, durante la noche romana, cuando uno de sus cardenales anunciaba que la Iglesia católica tenía nuevo papa, que era argentino y se llamaba Jorge Mario Bergoglio. El 266° pontífice, sucesor del renunciante Benedicto XVI, prometió desde el primer día una renovación de la Iglesia y se lanzó a la fama mundial: a 5 años de su elección, algunos creen que el papa argentino de 81 años es demasiado moderno, para otros un populista.
Inmediatamente después de ser elegido el 13 de marzo de 2013 quedó claro que Bergoglio haría las cosas de otra manera. Por primera vez en casi 1.000 años el pontífice no eligió el nombre de otro papa, sino de un santo, San Francisco de Asís. Renunció a los zapatos rojos y los apartamentos en el Palacio Apostólico. Pero en el Palacio Vaticano parece reinar el mismo caos que reinó durante siglos.
Aunque a Francisco se le atribuye el mérito de volver “humana” a la Iglesia, se formó un verdadero ejército de resistencia en su contra que el experto vaticano Marco Politi habla califica como “una guerra civil soterrada”. Los adversarios del papa posiblemente no son mayoría, pero son activos, bien conectados y afines a los medios, y opinan que las medidas modernizadoras de Francisco fueron demasiado lejos.
Acusado de “herejía”
Cuatro cardenales desafiaron abiertamente al papa y le pidieron explicaciones por su texto sobre la familia “Amoris Laetitia”, en el que Francisco pide tratar la cuestión de los divorciados vueltos a casar. Otro grupo reunió firmas e incluso acusó al papa de herejía, es decir de apartarse de la doctrina de la Iglesia al defender la libertad de conciencia de cada individuo, mostrarse tolerante y cercano a los divorciados vueltos a casar, los homosexuales y los protestantes o los curas que abandonan su sacerdocio por una mujer.
Francisco tampoco tiene muchos amigos dentro de la Curia cuando en sus discursos da un repaso a los miembros del aparato administrativo de la Iglesia y les reprocha su arrogancia y vanidad. “Un papa carismático no basta para abordar en poco tiempo todos los sectores problemáticos”, asegura Schüller. “Creer que basta con chasquear los dedos para que todo marche bien es una idea descabellada. También este papa depende para bien y para mal de otros para implementar sus ideas”.
La reforma de la Curia avanza muy lentamente y los colaboradores más cercanos del Papa se quejan de que la mano derecha no sabe lo que hace la izquierda. Por un lado hay colaboradores que no se esfuerzan en llevarla a cabo y por otro hay errores que cometió el propio Francisco. Por ejemplo en su forma de manejar los abusos sexuales dentro de la Iglesia. “Se esperaba más en este tema”, señala el experto Benjamin Leven, de la editorial religiosa Herder en Roma.
Durante su viaje a Chile en enero el pontífice defendió a un obispo que al parecer encubrió a un pedófilo y desató la ira de las víctimas. Más tarde se disculpó por la elección de sus palabras, pero quedó un regusto amargo. Y tampoco avanza realmente la comisión creada para investigar los abusos sexuales.
Tras cinco años de pontificado en la Iglesia católica reina también desencanto. “No existe un efecto Francisco en el sentido de que la gente vuelva a ir a la iglesia”, afirma Leven. “El papa es una figura positiva, se lo escucha a nivel internacional. Pero un papa ‘cool’ no hace a la Iglesia más ‘cool'”. Puertas adentro, la realidad es otra.
Un pontificado dramático
Al analizar el impulso reformador que Francisco puso en marcha, el experto vaticanista Marco Politi destaca también las oposiciones y resistencias. A su juicio, es algo normal porque la Iglesia es “un órgano que está vivo”. Bajo esta óptica, opina que se trata de un pontificado “dramático” porque “hay cardenales que creen que el Papa es un hereje y ateos que le apoyan y creen que está realizando el mensaje evangélico”. “En tiempos recientes no se había visto esta oposición”, destaca el especialista mientras que subraya que es “evidente que Francisco es una persona que planta semillas, que abre procesos”.
Por otra parte, para su biógrafa, la periodista Elisabetta Piqué, quien conoce a Bergoglio desde que era arzobispo de Buenos Aires y que hace un balance “extraordinario” de estos 5 años, lo más importante es que ha puesto en marcha “un cambio de mentalidad” en la Iglesia. “Al Pontífice no le preocupa el cambio estructural de la Curia romana, sino más bien el cambio de mentalidad”.