Un físicoculturista buscaba romper todos los récords mundiales.
Kiril Tereshin (21), más conocido como el Hulk ruso, tiene un gran dolor en sus brazos que lo lleva a pedir la muerte: “Pido a Dios que el alma salga de mi cuerpo, no puedo aguantar el dolor”.
El joven físicoculturista se inyectó una mezcla casera en sus brazos para aparentar que tenía músculos más grandes y, además, hacía una rutina de ejercicios específica con el objetivo de romper los récords. Esa transformación le valió el apodo por el que es conocido a nivel mundial, pero también le podría costar la amputación de sus brazos.