Las miniaturas de las personas creadas por la firma Doob en base a una digitalización de cuerpo entero; se generan en plástico con una impresora 3D
El año pasado, Kim Phan, una diseñadora de ropa en Manhattan, decidió que quería una versión miniatura de sí misma. Se puso un vestido con estampado de su marca, Yumi Kim, y acudió a una sucursal de Doob, donde entró a un cuarto tipo cabina -el “Dooblicador”- adaptado con 54 cámaras. Las cámaras la captaron de todo los ángulos, y luego Phan salió y revisó la imagen en un monitor.
“Quería que fuera una toma en movimiento”, explicó. “Les dije, ‘quiero que capten mi vestido volando'”.
Usando un proceso llamado fotogrametría, una tecnología también utilizada por la industria cinematográfica y de los videojuegos, Doob convirtió la imagen bidimensional de ella en un archivo en 3D de alta resolución. Luego, a través de la impresión en 3D , se produce una estatuilla de polímero de resina, conocida como una Doob.
Phan quedó inmensamente complacida con el resultado. “Podés tener tu propia Barbie de la vida real”, afirmó. “Realmente sos vos”.
Los Doobs en sucursales en Los Ángeles, San Francisco y otros lugares, varían en tamaño de los 10 centímetros de alto (el Buddy, de 95 dólares) a 35 centímetros de alto (la Diva, de 695 dólares).
¿De qué otra manera describir una versión liliputiana de una fotografía que está detallada con tanto realismo, un usuario la llamó “escalofriantemente precisa”?
“La gente usa mucho el término ‘selfie en 3D’. En realidad no es eso”, declaró Michael Anderson, director general de Doob USA. “Nos referimos a ellas como réplicas impresas en 3D”.
Doob, fundada hace cinco años y cuya sede está en Düsseldorf, Alemania, está apostando en grande a que la gente quiere verse en miniatura: sonriendo solos; abrazando a sus cónyuges en una versión asombrosamente perfeccionada de las viejas figuras de pastel de bodas; montando una Harley-Davidson, con los brazos descubiertos y tatuados.
Entre más atención se le ponga a la apariencia de uno antes del proceso de “doobing”, mejores son los resultados. Los estampados y los colores contrastantes se aprecian bien, por ejemplo. Y una buena pose puede captar el yo interno.
Heather Stern se hizo su primer doob en el 2014, cuando tenía ocho meses de embarazo de su hija, Rosie. Desde entonces, ha celebrado cada cumpleaños de Rosie haciéndose un doob juntas.
Las figuras de apariencia natural la han hecho pensar en “los juguetes que les damos a nuestras hijas”, comentó Stern, como las muñecas American Girl. “El que tu hija tenga una imagen de un cuerpo femenino normal es algo positivo”.
El proceso de un doob toma de dos a tres semanas. Pero, ¿qué hacer con él una vez que lo recibe? Los doobs no son lo suficientemente resistentes para jugar con ellos. Exhibirlos en su casa u oficina podría parecer narcisista.
Stern mantiene sus doobs en un librero en casa con los Legos que arma (ella es ingeniera mecánica), aunque “no es la pieza central de la casa”, precisó.
“La gente queda sorprendida por ello. Me dicen: ‘Dios mío, eso es increíble, ¿qué es?'”, señaló.