Lo había dejado hace dos años y medio por la causa judicial abierta, pero lo retomó ayer, cuando el billete había superado los $23; busca devolverle previsibilidad cambiaria a la economía y facilitar más acuerdos de precios.
En medio de la corrida contra el peso y el riesgo argentino, el Banco Central (BCRA) comenzó a ejecutar ayer una estrategia que aspira a devolverle previsibilidad cambiaria a la economía y está en línea con las negociaciones que el Gobierno comenzó con algunos sectores sensibles (como las petroleras), para moderar o evitar un inmediato traslado de la suba del dólar a los precios.
Para ello, la gestión que encabeza Federico Sturzenegger debió remover tal vez la última de las limitaciones que se había autoimpuesto y resignarse a que el BCRA vuelva a operar contratos de futuro del dólar en la plaza local. Intentaba evitar a toda costa ese instrumento por la causa judicial abierta en torno al uso y posible abuso de esa herramienta al final de la gestión Kirchner y por las limitaciones que este tipo de operaciones le pueden imponer a una política que tiene por aspiración el tipo de cambio libre y flotante.
El intento oficial de surfear la ola devaluatoria surgió en medio de la segunda jornada cambiaria más álgida de los últimos días, muy comparable con la del pasado jueves.
Fue al cabo de una rueda en la que el dólar abrió con marcada suba para la venta mayorista y no tardó en dispararse hasta pulverizar el máximo de $23 de aquel día (marcó un nuevo récord de $23,15), antes de comenzar a reacomodarse a la baja tras el anuncio presidencial del inicio de conversaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) .
La cotización mayorista cerró el día a $22,40, lo que supone un alza final de 43 centavos (había llegado a ser de $1,18 en lo peor del día) y otra devaluación del peso del 2% (llegó al 4,8% a mediodía). A su vez, para la venta al público quedó en un nuevo récord de $22,90, tras subir 57 centavos en la jornada.
La depreciación ocurrió en un entorno que se confirmó complicado para las monedas en general, al tocar el dólar en el mundo su máximo nivel del año, tras la decisión de Estados Unidos de retirarse del acuerdo nuclear internacional con Irán. Pero el peso volvió a ubicarse entre las monedas más castigadas del día, título que solo le discutió ayer en la región el peso colombiano, que también se derrumbó más del 2 por ciento.
En el mercado local se vivió otra rueda “agitada, con cambios bruscos de cotización y alteraciones frecuentes de la tendencia de los precios, y en la que las ventas oficiales en los mercados de futuros terminaron por definir un achique final”, describió Gustavo Quintana, de PR Cambios, aludiendo al impacto de la reincursión oficial en las operaciones a término.
Las transacciones del BCRA en ese ámbito se repartieron entre las dos plazas que operan aquí esos instrumentos (Rofex y MAE) y se concentraron básicamente sobre los contratos a vencer a fin de mes y a fin de junio, con operaciones por el equivalente a unos US$400 millones, poco menos del 40% del total negociado en el día.
Con esas incursiones logró un efecto analgésico sobre la plaza. “Logró su cometido de dosificar el alza de la divisa, utilizando esta vez únicamente pesos y en poca cantidad, porque al comprar contratos de dólar a futuro solo debe pagar el 10% de la posición, y luego va liquidando la diferencia para compensar”, explicaron en la corredora ABC Cambios.
Un intento más amplio
Para los operadores, la utilización de este instrumento, pese a las polémicas que propicie, puede devolverle algo de tranquilidad al mercado cambiario. “Bienvenida la recuperación de una herramienta de política cambiaria que usan casi todos los bancos centrales del mundo. Son muy pocos los que intervienen con efectivo. La participación del BCRA puede ayudar a realinear las tasas de los futuros con las tasas de interés en pesos, lo que sería muy positivo”, evaluó Agustín Álvarez, de GL Capital.
“Esto lo libera de la restricción que podían imponerle las reservas líquidas. Además, vendiendo a tasas por debajo de aquellas a las que se operan las Lebac puede lograr que el mercado no solo deje de demandar dólares, sino que salga a vender algunos para comprar Lebac y cubrirse con futuros”, valoró el analista Miguel Zielonka, director de la consultora EconViews.
Precisamente eso es lo que la entidad buscó ayer al mantener en niveles muy elevados las tasas de rendimientos de estos títulos (al 41,95% quedó, por caso, la Lebac que vence a mediados de junio) y con un diferencial de entre 4 y 5 puntos respecto de los contratos de dólar futuro, en un intento de auspiciar esos arbitrajes.
El plan para tratar de devolverle algo de previsibilidad cambiaria a la economía dependerá de la evolución del escenario financiero internacional y de los avances y los términos en que se negocie el acuerdo con el FMI. Pero está ideado como un componente central del acuerdo que el Gobierno les ofrecería a los sectores empresarios más expuestos a las variaciones del dólar para que moderen o demoren aumentos por al menos 60 días, en línea con lo acordado con las petroleras.