Desde el Gobierno indicaron que estos nacimientos representan el 0,1% del total en la provincia. Una doula señaló que sólo en abril hubo 3.
Unas décadas atrás, los nacimientos en hospitales eran poco frecuentes y muchos bebés nacían en la vivienda familiar. Luego, el parto en instituciones médicas se tornó lo habitual, pero con ello se extendió la realización de una serie de intervenciones que en ocasiones la mujer no elige e incluso no es consultada. Esto ha llevado a que algunas embarazadas prefieran tener a sus hijos en casa, se informen y se preparen para esa vivencia.
El año pasado se registraron 20 partos en casa, según informaron desde Salud de la provincia.
Gabriela Cortez (37) tuvo dos cesáreas. Con el primero de sus hijos le desprendieron membranas en la semana 39 para “darle una ayudita”, con lo que inició las contracciones de manera artificial. Después, le indujeron el trabajo con oxitocina y le informaron que Joaquín no bajaba, que tal vez tenía circular de cordón y que había alteración de latidos, por lo que no dudó en la cesárea.
Cuando quedó embarazada de Luna, confió en su médico, quien le dijo que podía tener un parto. Pero en la semana 38 le lanzó que era imposible, porque podía desgarrarse su útero y morir de una hemorragia. Incluso, planteó que no iba a hablar más con ella, sino con su marido. Así llegó la segunda cesárea y decidió que no iba a volver a pasar por esa experiencia.
Gabriela es profesora de Educación Física y licenciada en Salud, y trabaja con embarazadas. A partir de eso tomó contacto con las parteras tradicionales y se capacitó como doula (quienes acompañan a la mujer desde el amor y la contención). Y quedó embarazada de Ada.
Al principio, confiesa, tenía mucho miedo de un parto después de dos cesáreas, porque aún le resonaba la posibilidad de morir desangrada. Pero también sabía que la Organización Mundial de la Salud defiende esto desde 1985. Entonces, buscó un médico que la acompañara a parir en una institución. Después prefirió tener a su hija en casa con una partera y finalmente, lo hizo acompañada por dos amigas y su esposo (luego de capacitarse).
Gabriela cuenta que inició las contracciones un domingo, cada cinco minutos, pero se detuvieron el lunes. Volvieron el martes, con fuerza, y se frenaron nuevamente el miércoles. Recién el viernes a las 7 tomaron potencia, a las 21 rompió bolsa y la pequeña nació el sábado a las 2. “Estuve siempre en mí, con tranquilidad, respetando los tiempos. No sentí el paso de las horas ni agotamiento pero sí a ella, cómo iba bajando”, cuenta. “Es un proceso natural que simplemente sucede”, destaca y señala que si hubiera ido a un hospital el domingo, le hubieran dicho que se había detenido el trabajo y hubieran inducido el nacimiento. Pero también resalta que tenía muy claro el plan B, con su médico que la había controlado durante todo el embarazo y que fue una gestación saludable.
Integrante de Pujando, Agrupación de Doulas Mendocinas, señaló que cada vez son más las mujeres que eligen parir en sus casas, sin ser intervenidas. “Si las primerizas se están animando, para algunas mujeres que vivieron violencia obstétrica es la mejor opción. Se informan y se preparan”, explica Cortez. El mes pasado, resaltó, hubo tres nacimientos en casa después de cesárea, algunos asistidos por parteras empíricas y otros por licenciadas en Obstetricia