En un contexto donde casi todos los precios suben, los bodegueros argentinos lanzan una promesa temerosa: dicen que los vinos no van a aumentar este año. El objetivo declarado de esa afirmación es recuperar el terreno perdido en las preferencias de los consumidores, que en el último tiempo se inclinaron por otras alternativas.
La industria vitivinícola es de las pocas que no sufrió la última sequía ni las posteriores lluvias intensas de éste año. Esas condiciones climatológicas, adversas para la mayoría de las economías regionales, les permitieron a las bodegas argentinas obtener rindes 30% más grandes que los de la Vendimia 2017 y 50% mayores a los registrados en 2016. Los productores celebran ese resultado, pero no deberían ser los únicos. Para los consumidores, esa mayor producción de uva de calidad óptima es también una buena noticia: “Más volumen permitirá mantener los precios intactos en góndola”, prometen. Al menos por lo que resta del año.
Ingenieros agrónomos, enólogos, técnicos y especialistas del sector consultados por LA NACION coincidieron en que 2018 será un año bisagra para que la industria recupere parte del terreno perdido frente a otras bebidas con alcohol. Es que en los últimos cinco, el mercado cayó 20% medido en litros per cápita.
Los precios de los vinos de gama media y alta se actualizaron 9% promedio entre enero y marzo en góndolas de supermercados de todo el país. En dos grandes cadenas de retail confirmaron éste dato a LA NACION. Fuentes de la industria supermercadista explicaron que esa última corrección en productos de más de 300 bodegas se debió al aumento de costos de 2017. “Fue la última suba que los puso al día con la inflación acumulada de 2017”, agregó el vocero de una cadena de supermercados de capitales nacionales que prefirió mantenerse en reserva.
En el caso de los autoservicios chinos, la historia es diferente. Dos socios de la entidad que los agrupa (CADECOM) confirmaron que con la compra de 1,5 millón de litros a una de las bodegas más grandes del país “freezaron” el precio de más de 2 millones de botellas, lo que les permitirá comercializarlas durante 2018 hasta un 30% por debajo del precio de lista.
Según estadísticas del Observatorio Vitivinícola Argentino, en 2013 cada consumidor se llevó 25 litros de vino, mientras que en 2017 esa cifra cayó a 20,3 litros por persona.
Para Walter Bressia, presidente de Bodegas de Argentina, los precios al público no se van a mover éste año. “La mejora en el volumen de la última cosecha, que superó los 25 millones de quintales, nos deja margen para producir más y mejores vinos, en todas las gamas. Buscamos que la gente consuma más y de mejor calidad”, dice el directivo de la cámara que agrupa a 250 socios de empresas todo el país.
Según estadísticas de la industria, sólo en 2017 el consumo interno se derrumbó tres litros per cápita. La explicación está en el encarecimiento del vino en el último año.
El gerente comercial de una bodega que vende media docena de marcas en supermercados hizo un cálculo estimado: “El año pasado el litro de vino de mesa aumentó 100% promedio, mientras que el de cerveza nacional apenas un 40%. Y ni hablar si sumamos los incrementos de los últimos dos años, que superaron ampliamente la inflación acumulada”.
Santiago Ribisich, gerente general de Trivento, es más preciso. “Los precios subieron 400% entre 2015 y 2017 por la escasez de uva”, explica. En la misma línea, José Alberto Zuccardi, propietario de la bodega Familia Zuccardi, aclara que “los precios aumentaron al ritmo de los costos de la industria, que fueron superiores a la inflación de ese período”. Sin embargo, el empresario y presidente de la Unión Vitivinícola Argentina (UVA) culpa de los incrementos a las malas cosechas previas. “El fenómeno del niño hizo que la cosecha 2016 fuera la peor de los últimos 60 años, y después tuvimos un 2017 con la segunda más baja en seis décadas. Por suerte la situación cambió y el volumen recuperado nos permitirá vender mejores vinos a valores acorde al poder adquisitivo del consumidor medio”, sintetiza.
Rodolfo Spielmann, fundador de la bodega boutique Spielmann Estates en Luján de Cuyo, coincide con Bressia sobre el pronóstico de los valores en las góndolas. “El precio de la uva va a estar en los mismos niveles del año pasado; es decir, 20% por debajo de los precios de 2017 en términos reales. Veremos qué pasa finalmente con la inflación a fin de año, que en definitiva es lo que nos va a marcar la suba de los costos”, dice el empresario mendocino.
Según Spielmann, en el caso de los vinos de alta gama se verán correcciones sólo si es necesario hacerlas recién a fin de año.
En el Grupo Peñaflor también celebran que la cosecha 2018 haya tenido resultados óptimos. Daniel Pi, enólogo de Trapiche, la mayor bodega de ese grupo argentino, considera que se trata de las mejores cosechas de la década si se mide por la calidad de las uvas. “Confluyeron las condiciones climatológicas necesarias entre seco y frío, combinación ideal para obtener los mejores Malbec y Cabernet, entre los tintos; y los Chardonay y Sauvignon Blanc, entre los blancos”, explica el experto reconocido como el “Mejor Enólogo Argentino 2017” por el crítico inglés Tim Atkin (Master of Wine).
Bressia coincide. Para él, 2018 fue un año seco y ese factor contribuyó a que las vides crecieran mejor y dieran frutos de mayor calidad. “Las uvas tienen mayor concentración de azúcar, de las que se obtienen vinos con mayor graduación alcohólica”.
Ribisich, responsable de la única bodega argentina que el grupo chileno Concha y Toro tiene en la Argentina, también destaca la buena racha de la industria, aunque es cauto a la hora de hacer proyecciones. “La foto es muy buena, pero hay que ver cómo sigue la película. El mercado interno tiene hoy condiciones excepcionales para crecer. De todas maneras, somos optimistas porque tenemos un buen punto de partida para recuperar competitividad como industria”, dice el directivo de la bodega situada en Maipú, Mendoza.
Más competitividad
El CEO de Trivento imagina un escenario más competitivo si las producciones futuras se mantienen en los niveles de la última cosecha. “Con un volumen mayor vamos a ver una recuperación de stocks y el precio de la uva va a encontrar un nuevo equilibrio. Justamente es esto lo que el mercado argentino necesita para exportar más y ser más competitivo”, subraya Ribisich.
Para Alberto Arizu, propietario de Luigi Bosca y presidente de Wines of Argentina (WOFA), el principal consorcio exportador de éste sector, la mesa de agroindustria “está muy bien coordinada” y es ejecutiva. “Más allá de a cuanto esté el dólar, siempre destaco que una de las acciones que mejoró, en algo, la agilidad para exportar fue la Ventanilla Única de Comercio Exterior (VUCE). Y fue una gestión del Ministerio de Agroindustria de éste gobierno”, agrega Arizu.
Según los cálculos del empresario, esa medida logró reducir costos para las bodegas exportadoras en niveles equivalentes a la inflación acumulada de todo 2017.
Para el presidente de WOFA, el equilibrio del tipo de cambio es importante, pero dice que a la industria le preocupa la inflación. “Estamos todos de acuerdo en que es un tema más urgente”, agrega.
Aunque el sector destine el 80% de su producción al mercado doméstico, para las bodegas que exportan el restante 20% de los vinos “made in Argentina” creen que deben bajar los costos para ser competitivos. Según el enólogo de Trapiche, recién éste año los vinos de la gama de US$ 10 por botella llegarán a las góndolas de supermercados y vinotecas estadounidenses. “Vamos a poder exportarle a un segmento del mercado norteamericano al que no pudimos acceder en los últimos años por los altos costos internos”, dice Daniel Pi. A modo de referencia, el experto cuenta que una botella de Trapiche Reserva que sale con valor FOB a US$ 3, se vende a US$ 10 promedio en góndola.
Según Bressia, a pesar de que la industria argentina no exportó vino en algunos segmentos en los últimos años, los mercados internacionales nunca dejaron de ofrecer productos autóctonos en sus góndolas.
“Con la suba del dólar y un mayor volumen vamos a poder ingresar a mercados en los que no estamos o en los que tenemos poca presencia, como España, Sudáfrica y Francia”, estima el presidente de Bodegas de Argentina y vicepresidente de Corporación Vitivinícola Argentina (COVIAR).
Durmiendo con el enemigo
Un informe presentado en Francia el año pasado dio cuenta de la mala situación que sufre desde hace años la industria vitivinícola local como consecuencia de fenómenos naturales impredecibles. Datos de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) indicaron que la Argentina fue uno de los países más afectados por eventos climatológicos que no pudieron ser pronosticados a tiempo. La producción de vinos en 2016 fue de 9,4 millones de hectolitros, 29% menos que la registrada en 2015. De unos 22 productores relevados por OIV, la Argentina es el tercer mercado entre los que tuvieron mayores caídas de producción, sólo detrás de Brasil (-55%) y de Hungría (-38%), dos países con volúmenes de producción inferiores a los locales.
Fuente: La Nación