Una reciente investigación intentó demostrar cuáles son las preferencias al momento del uso de las extremidades. El objetivo fue demostrar cuál es la zona del cerebro que más desarrollan: si un gato usa más sus extremidades izquierdas, la parte del cerebro que más desarrolla es la derecha y viceversa.
Los animales son objeto de estudio constantemente por parte de la ciencia ya que ellos son quienes habitan el mundo desde mucho antes que los seres humanos. A partir de los estudios realizados, se van descubriendo nuevas características que los hombres desconocen y que ayudan a entender los diferentes comportamientos. En ese sentido, un estudio reciente realizado en la Universidad de Queens, en Belfast, Irlanda, arroja resultados increíbles acerca de que los gatos machos suelen tener más predilección para ser zurdos mientras que las hembras son diestras.
Deborah Wells, una de las encargadas de realizar la investigación, sostiene que “hemos estado trabajando durante mucho tiempo para poder tener conclusiones académicas sólidas acerca de cuáles son las preferencias al momento del uso en las extremidades. El objetivo principal con el que realizamos las diferentes observaciones fue para demostrar cuál es la zona del cerebro que más desarrollan y las nociones que logramos tener son realmente sorprendentes ya que, a diferencia de lo que se creía anteriormente, si un gato usa más sus extremidades izquierdas, la parte del cerebro que más desarrollan es la derecha y viceversa”.
Los diferentes hemisferios cerebrales tienen condiciones y usos particulares: “Los animales de extremidades izquierdas dependen más del hemisferio derecho para poder procesar la información y tienden a mostrar respuestas de miedo más fuertes, reacciones agresivas y a afrontar peor las situaciones estresantes que los animales que prefieren la extremidad derecha y dependen más del hemisferio izquierdo para el procesamiento. El hemisferio derecho es más responsable del procesamiento de las emociones negativas”.
Al momento de pensar en la investigación, la idea fue hacerla lo más real posible: “Decidimos que lo mejor era hacer las observaciones en los propios hogares de los animales y que no haya necesidad de trasladarlos. Y esto es porque la gran mayoría de los análisis que se hacen suelen ser en laboratorios totalmente alejados de los entornos habituales de los animales y esa es una variable que a veces puede distorsionar bastante el resultados final”.
Luego, agrega: “Utilizamos a 44 gatos, de los cuales 24 eran machos y 20 hembras, con edades comprendidas entre 1 y 17 años. La única condición que les pedimos a los dueños es que sólo podían participar aquellos gatos que hayan sido esterilizados porque si estaban en situación de apareamiento podían interrumpir el experimento con comportamientos ajenos a lo que se requería estudiar”.
Con el fin de atraer a los animales se usó lo que más les llama la atención: el alimento: “Decidimos ponerlos en lugares que incluyan alguna especie de obstáculo para que deban utilizar sus condiciones y características especiales para alcanzarlos. Durante todo este proceso, se evidenció que hacían uso de sus extremidades izquierdas para extraer como para apoyarse”.