Vukovic, máster en Trabajo Social especializada en medicina, psicoterapeuta y herborista, también insta a dejar el cigarrillo (la nicotina es un estimulante que interfiere en el sueño) y a limitar el consumo de alcohol a una copa de vino o un vaso de cerveza durante la cena. El alcohol tiene un efecto sedante inicial, pero el exceso puede provocar agitación y desvelos a lo largo de la noche.
Sin contar ovejitas
Hay otras rutinas que detalle y auxilian a tener un buen descanso nocturno:
- Ponerse horarios fijos para ir a dormir y levantarse; respetarlos incluso los fines de semana (¡ufa!).
- Usar la cama solo para dormir y tener sexo (preferentemente en momentos distintos). Hablando en serio, mirar televisión, el celular o la compu, trabajar, estudiar, comer o hablar por teléfono en el lecho prolongan el estado de alerta.
- No dormir siesta.
- Hacer ejercicio. Al menos caminar rápido 30 minutos por día. Eso sí, no entrenar fuerte en las tres horas previas a acostarse porque si no quedás “manija” y no te dormís ni a martillazos.
- Para relajarse en la hora previa a acostarse, leer, escuchar música suave, darse un baño caliente, hacer ejercicios de meditación, respiración o yoga.
- Cenar tres horas antes de irse a dormir. No tomar líquido en la hora previa para no tener que levantarse para el número uno.
- Pasar un rato al sol cada día. De ser posible, media hora por la mañana. Esto regula la producción de hormonas como la melatonina, clave para dormir.
- Oscurecer el dormitorio por completo con persianas o cortinas. Si esto no es viable, recurrir a un antifaz.
- Si hay sonidos molestos por la noche, echar mano a una grabación de “ruido blanco”. Se encuentran en internet y proporcionan horas de monotonía con estática de televisor, arrullo del mar, lluvia tranquila, ventiladores en funcionamiento, etc. Ese rumor de fondo hace menos audible el ascensor, la vecina que corre los muebles a las tres de la mañana o el camión de la basura.