Fue seleccionada entre 266 candidatos. Ya empezó la vinculación con las chicas, de 9, 13 y 15 años. Por ahora, de lo más afectiva y favorable.
Una mujer de una ciudad de Córdoba resultó elegida como potencial madre adoptiva para las tres hermanas de 9, 13 y 15 años nacidas en el cordón industrial que estaban a la espera de una familia. Sobre 266 postulantes que respondieron a la convocatoria lanzada por la provincia, la Secretaría de Gestión Pública del Ministerio de Justicia elevó al juez de Familia de San Lorenzo Marcelo Escola un primer listado con posibles adoptantes y de esa selección surgió el nombre de esta mujer, una comerciante de alrededor de 40 años que llevaba “muchísimo tiempo” inscripta en el registro para adoptar de la provincia mediterránea. El primer encuentro entre ella y las chicas se dio el lunes pasado en un “espacio lúdico” de la ciudad. Y aunque las cuatro deberán transitar un cauteloso proceso de mutuo conocimiento, parece que ya brilló una chispa de amor.
La convocatoria nacional para hallar un hogar a las hermanitas, llegadas a esa instancia tras una infancia de extrema vulnerabilidad y actualmente alojadas en una institución, fue lanzada por Santa Fe a principios de mayo pasado, una vez agotadas las vías del Registro Unico de Aspirantes a la Guarda con Fines Adoptivos (Ruaga) de la provincia y la red federal de registros.
Era la segunda vez que el Estado provincial tomaba una medida de ese tipo (ver aparte), abierta a todo el país, y la respuesta volvió a ser como la primera, muy contundente: en poco tiempo se anotaron como candidatos a madres o padres adoptivos 133 matrimonios, 33 parejas en unión convivencial, 66 personas solteras, 21 divorciadas, 7 separadas y 5 viudas.
“Se inscribió gente de la mayoría de las provincias argentinas”, contó ayer el titular de Gestión Pública santafesina, Matías Figueroa Escauriza.
El juez de Familia de San Lorenzo, a cargo del trámite judicial, aclaró además que ningún estado civil ni condición u orientación sexual resultó excluyente: “Personas solas, en pareja, casadas, en unión convivencial de distinto o el mismo sexo, todos estaban en condiciones de adoptar”.
Lo cierto es que de ese cúmulo de legajos —algunos de los cuales desistieron luego de presentarse— al juez Escola le llegó una primera remesa de siete, oriundos de distintas localidades de Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires. Una pareja dio marcha atrás y quedaron seis. Elegir entre todos ellos fue una “decisión difícil”, contó.
Aun así, la mujer cordobesa fue seleccionada porque, entre otros valores, mostró una inusual “solidez emocional y convicción”. De hecho, la ahora firme candidata a convertirse en mamá adoptiva “llevaba muchísimo tiempo” inscripta en el registro cordobés de adopción, pero sin éxito (hasta sufrió una traba burocrática porque le habían consignado mal un dato de su identidad), recordó el juez.
Vulnerabilidad
En los encuentros previos con el equipo de profesionales del juzgado la mujer refirió incluso haber participado de “varias situaciones de contacto con chicos en condición de vulnerabilidad”, por lo que había viajado a otras provincias, e incluso contó que se había inscripto para adoptar antes incluso de saber que no podría engendrar biológicamente. “Todo eso expresaba un anhelo muy potente”, dijo Escola.
Con esas evaluaciones previas, la mujer llegó al encuentro con las tres hermanas el lunes pasado. De ese “primer contacto”, planeado en un “espacio lúdico y amigable” (un museo rosarino), los psicólogos y trabajadores sociales del Ruaga y del área de Niñez provincial se llevaron la mejor impresión, sostuvo Figueroa Escauriza.
“Todo estuvo muy bien, la verdad es que fue muy positivo: de entrada se mostraron amor mutuo”, detalló el funcionario, algo que no tendría por qué haberse dado naturalmente así y de hecho no siempre ocurre, pero que esta vez en efecto se dio.
No hay que olvidar que a la pregunta de qué esperaba de una adopción, la menor de las nenas había respondido: “Amor y cariño, nada más”. Y permanecer las tres juntas.
Ese deseo parece haber encontrado eco. Esta semana volverán a verse y a compartir un buen rato juntas. Y la siguiente. Si todo sigue viento en popa, quizás después se vayan un día a dormir a su posible nuevo hogar.
“Estas situaciones son muy sensibles, hay que ser muy cuidadosos y muy respetuosos del proceso de vinculación porque es un momento crítico”, advirtió Figueroa Escauriza.
El juez adelantó que al término de la feria judicial de invierno se tramitará la guarda preadoptiva y en un plazo no mayor a seis meses, si todo va bien, podrá gestionarse la adopción plena.
La seleccionada es comerciante y vive sola, pero se encuentra en pareja con otra mujer que también es madre adoptiva. Y sobre todo parece haber dejado claro que tiene disponibilidad de eso que a las nenas les falta y tanto anhelan: amor.