Pequeños y medianos productores sufren los embates de una crisis económica, a la que el Gobierno prefiere mencionar con el eufemismo de tormenta. El Semáforo de las Economías Regionales mostró en julio 10 sectores productivos con signos de crisis, sobre un total de 19.
Desde la asunción de Mauricio Macri pasaron 31 meses. Uno de los sectores que más expectativas había puesto en la gestión de Cambiemos, era el agroindustrial, y en particular los pequeños y medianos productores de las economías regionales. Sin embargo, luego de poco más de dos años y medio, la crisis que atraviesan las economías regionales, con niveles incluso por debajo de lo que exhibían en diciembre de 2015, cambió aquella esperanza por decepción.
A lo largo del país, pequeños y medianos productores de granos, carne bovina, leche, algodón, arroz, aves, cítricos, forestal, hortalizas, mandioca, maní, ovinos, papa, peras y manzanas, porcinos, tabaco, vino y mosto, y yerba mate, sufren los embates de una crisis económica, a la que el Gobierno prefiere mencionar con el eufemismo de tormenta.
El Semáforo de las Economías Regionales que realiza mensualmente CONINAGRO (Confederación Intercooperativa Agropecuaria Limitada), mostró en julio 10 sectores productivos con signos de crisis, sobre un total de 19 actividades relevadas. “Hay una situación muy complicada en la mayoría de las economías provinciales”, advirtió el presidente de CONINAGRO, Carlos Iannizzotto en diálogo con ámbito.com. En el mismo sentido, Omar Príncipe, titular de la Federación Agraria Argentina (FAA)afirmó que “hay muchos sectores que están en una situación muy complicada, sobre todo de pequeños y medianos productores”.
El diagnóstico debe contemplar dos ejes: el déficit estructural y la coyuntura actual. Empezando por el último, indudablemente la sequía golpeó con fuerza sobre todo a los productores de granos, a lo que luego se sumaron las inundaciones en diversas regiones. Ahora bien, a la cuestión climática hay que agregar dos factores que son vitales para las economías regionales: el caída del consumo interno, a donde se destina el 80% de las producciones locales, y la megadevaluación (en promedio del 45% en lo que va del año) que impacta de lleno en los precios de los insumos y de los granos con los que se abastecen producciones como la lechería, la avícola y la porcina. Como corolario, el abrupto sinceramiento tarifario provocó un aumento de los costos internos, que terminó por rematar los escasos márgenes de rentabilidad con los que venían trabajando algunos sectores.
En lo que hace a las cuestiones de larga data, es innegable que si se toman los últimos 35 años, ninguno de los gobiernos que pasó por la Casa Rosada logró mejoras sustanciales en materia de infraestructura rural, tanto vía como energética, un pasivo que eleva los costos de los productores y en muchos casos hace inviable el negocio. “Hay problemas estructurales en la Argentina que no son de los últimos dos años, son problemas que viene arrastrando el país pero que se han profundizado en los últimos dos años y eso nos preocupa”, sentenció Príncipe.
A este panorama, se agrega un factor que puede ser determinante para el futuro inmediato. Los pequeños y medianos productores afectados por la seca, en muchos casos quedaron fuertemente endeudados, y al perder la cosecha no han podido monetizar la producción y por ende no tienen fondos para reinvertir para la próxima campaña. Para colmo de males las tasas de financiación en más del 40%, hacen prohibitiva la financiación. “Si sumás deuda, pérdida de cosecha, aumento de tarifas, insumos que están dolarizados, sustitución en muchos casos de productos por importados, realmente es un combo que hace todo muy difícil”, alertó el titular de la FAA.