El abuelo rockero encontró en el stand up el canal perfecto para descargar energías. Explotando la impro, se sube al escenario con un puñado de monólogos y algo de jazz
Dice que “el hecho teatral sucede en el momento, y que el espacio -teatro, bar, boliche- solo es el marco que lo contiene”. Con una base, se larga a improvisar sobre lo que surja, aunque con la provocación que lo caracteriza en primera fila, con apenas un esqueleto que lo va apuntalando de tanto en tanto. Roberto Pettinato, ex Sumo, fanático del Pincha y a punto de convertirse en abuelo, vuelve esta noche a La Plata, “una ciudad con muchísima onda, vibración, gente loca y que lo estaba aún más en los años ochenta”.
La improvisación es, para el ácido animador, su arma mortal. Por eso le cuesta definir su espectáculo de humor de parado, eso en lo que viene incursionando desde no hace mucho tiempo (dice que tardó 30 años en llegar porque durante los últimos 20 le estuvo hablando a un redondel de vidrio: la cámara) pero del que, ahora, parece no poder alejarse. Le encontró el bichito a la actuación, Petti, y esa posibilidad de “actuar más lo que digo”, reconoce, “se intensificó y me libera corporalmente”. Con el stand up, dice, “me di cuenta, realmente, de lo que soy capaz. Puedo hacer reír a cualquiera”.